Medicina Familiar: la clave para mejorar la relación con el paciente
Es una especialidad que ofrece una relación médico-paciente mucho más profunda. Revisa antecedentes familiares y ve cada padecimiento como parte de un “todo” biológico, psicológico y social. Pero queda un largo camino por recorrer para que sea una práctica extendida que transforme el sistema de salud argentino
Por Oriana Rivas *
¿Alguna vez usted se ha tratado con un especialista en Medicina Familiar en Argentina? Quizás la respuesta sea “no”. Pero sus defensores explican que acudir a la Medicina Familiar puede a largo plazo representar un ahorro de dinero para el paciente, disminuye el sufrimiento y prolonga la vida al tener la prevención como premisa. Lo que falta para que se extienda con mayor firmeza en el sistema de salud de la Argentina, es en pocas palabras, decisión política.
Quienes recién leen sobre la Medicina Familiar, o es poco lo que conocen, deben saber que se trata de una especialidad médica clínica. El doctor ve cada padecimiento como parte de un “todo”. Es un acompañante en las distintas etapas de la vida, desde el primer año y las vacunas, pasando por la prevención sobre factores de riesgo, hasta el duelo.
Para hacerlo, el especialista observa el contexto de cada persona, su familia y cuáles enfermedades pueden prevalecer en esta. Hace un seguimiento de su ciclo vital a través del tiempo de forma longitudinal. Tal como definen sus profesionales, ellos ofrecen una mirada más amplia y contextualizada de cómo influye la esfera biológica y social de cada padecimiento. Le llaman “modelo biopsicosocial”.
Para ilustrar mejor la relación médica-paciente, es como si Sofía, de 35 años, acudiera a su médico familiar por una gastritis. El doctor no solo está atendiendo su estómago, sino que la atiende a ella como persona con probables problemas familiares y laborales. El profesional es consciente de que esta enfermedad la atraviesa transversalmente en todas sus dimensiones: psicológica, física y social.
Los 9 principios de la medicina familiar
“Lo que permite a través del tiempo —porque el conocimiento respecto a los pacientes es acumulativo— es poder hacer consultas más cortas, se optimiza el tiempo de atención”, explica a Derecho en Zapatillas el doctor Andrés Tomasone, especialista y docente asociado el servicio de Medicina Familiar del Hospital Italiano de Buenos Aires. Esa es una de las muchas cualidades.
Esta y otras consideraciones generan un alto nivel de satisfacción personal por el trato y por el contacto. Agrega que hay médicos de familia que tienen pacientes con más de 25 años de seguimiento.
Ahora bien, estamos hablando de una especialidad que forma parte fundamental y estratégica de la línea de Atención Primaria en Salud (APS), concepto reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Dicha instancia internacional reconoció en abril del año pasado que “al menos unos 3600 millones de personas en el mundo, es decir, la mitad de la población mundial, sigue sin disfrutar de una cobertura plena de servicios de salud esenciales”. Además, indica que “ampliar las intervenciones en APS en los países de ingresos bajos y medianos podría salvar 60 millones de vidas y aumentar la esperanza de vida en 3,7 años para 2030”.
Sofía, como paciente, es consciente de que la Medicina Familiar es esencial, pero no es una especialidad tan difundida. En 1981 Ian McWhinney, un reconocido médico familiar británico escribió nueve principios para retratar cómo el profesional se compromete con la persona (más que con un conjunto particular de conocimientos) y cómo es capaz de gestionar recursos en cuanto al uso juicioso de investigaciones o de la derivación adecuada a otras ramas de la medicina. Eso ahorra mucho al sistema de salud.
Hugo Palmieri, docente del posgrado en Medicina Familiar del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas de Córdoba (IUCBC), explica lo siguiente para este reportaje:
“En las ciencias se piensa que la Medicina Familiar es fácil. Pero es muy compleja porque debes ser un muy buen médico clínico por excelencia, conocer mucho las enfermedades, las causas. Pero a la vez debes tener una mirada más amplia, contextualizada de cómo influye la esfera biológica y social de las enfermedades”.
No recomiendan ir a múltiples especialistas
En el país están reconocidas 70 especialidades médicas, según el balance del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de 2019 que cita la Resolución 1814/2015 con consenso del Consejo Federal de Salud (COFESA). Es dicha cartera ministerial la que determina las especialidades médicas y odontológicas reconocidas.
¿Por qué es importante el dato? Porque identifica todos los especialistas a los que puede acudir un argentino promedio que tenga acceso al sistema de salud público y con suerte, al privado. Esta persona —llamémosla Agustina, de 45 años de edad— iría de un especialista a otro buscando la respuesta a alguna dolencia reciente. No como Sofía, que tiene a su médico de familia.
“La gente cree que yendo de especialista en especialista, de estudio en estudio, el beneficio siempre es neto. En ese camino el paciente puede sufrir daños en el sentido de que se le diagnostiquen cuestiones que requieran estudios que no terminen en nada o tenga múltiples indicaciones farmacológicas por tener distintas miradas”, explica el doctor Palmieri. De allí la importancia de la Medicina Familiar en Argentina. El también director del Centro Formador del Hospital Privado Universitario de Córdoba remarca que tener una mirada uniforme, hace bien a la salud.
“Entendiendo que la principal causa de muerte en Argentina son enfermedades crónicas no transmisibles que están relacionadas a la forma de vida de la persona, nada de eso te lo va a solucionar una tomografía, una resonancia, etc, sino que lo soluciona otro tipo de atención. Obviamente es indiscutible cuando hay una leucemia y se necesita la tecnología de un hematólogo. De eso no cabe duda. Pero no todas las enfermedades tienen que pasar por las múltiples especialidades, puede ser peligroso”.
Los retos en el sistema de salud argentino
En el sistema “tradicional” de salud, cada vez se escuchan más personas que en su experiencia como pacientes, reclaman que las consultas médicas duran pocos minutos. A veces el médico de la especialidad que los atiende, no los mira a los ojos. En consecuencia, quedan dudas sobre la calidad de atención y la percepción de poca empatía.
Es una problemática que incluso reconoce la Academia Nacional de Medicina (ANM). Su titular, el académico Juan Antonio Mazzei calificó estas y otras falencias como “distorsiones” del sistema. Aseguró a La Nación que para solventarlas se deben atender temas como sueldos dignos para el personal médico, asignar a los hospitales horarios extendidos, actualización tecnológica pertinente y último pero no menos importante, practicar la prevención.
Según una opinión, un buen especialista también es de ayuda, porque siempre tiene que interrogar qué padecimientos tiene el paciente de punto de vista sistémico o qué medicamentos toma, estar anoticiado de la enfermedad que padece, cómo se trata y los efectos secundarios de medicamentos. Especialmente, por ejemplo, hoy en día de todos los medicamentos biológicos, los monoclonales que tienen efectos adversos. Si un buen especialista en oftalmología solamente se dedicaría tomar la presión ocular o recetar anteojos tendría una visión un poco sesgada. El tema de fondo es generalidad versus especialidad, pero no siempre son incompatibles
(Próximamente la segunda parte…)
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.