Novedades del derecho y las leyes argentinas para el ciudadano

Una escritura en lunfardo

Extracto del texto PROTOCOLEANDO (EN LENGUAJE PORTEÑO) del Escribano Natalio Pedro Etchegaray, en la Revista del Notariado

En el vasto panorama de las lenguas y expresiones culturales, el Lunfardo emerge como una expresión lingüística que encarna la identidad y la rica diversidad cultural de la región del Río de la Plata.

La amalgama de términos y giros, nacida en las entrañas de los barrios de Buenos Aires y Montevideo, trasciende su origen modesto para erigirse como un símbolo de la cultura popular y el mestizaje.

En la prestigiosa Revista del Notariado colabora Natalio Etchegaray, destacado escribano, con unas reflexiones sobre el lenguaje claro, lo jurídico y el habla popular. Se reproduce un extracto abajo.

Se explora cómo esta forma de comunicación popular puede influir en la redacción de documentos legales, contratos y testamentos.  Además, la interacción entre el Lunfardo y el quehacer notarial nos invita a reflexionar sobre el papel del escribano como mediador entre el derecho y la sociedad. La capacidad de comprender y plasmar en términos jurídicos las aspiraciones y necesidades de individuos de diversos contextos resalta la importancia de la adaptabilidad lingüística y cultural en el ejercicio profesional.

¿Qué es el lunfardo?

El Presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, don José Gobello, también el más importante de los estudiosos de esta disciplina dice en su Nuevo Diccionario Lunfardo:

“¿Qué es el lunfardo? Nada más difícil que acertar con una definición capaz de complacer por igual a los lingüistas, a los estudiosos y a los meros hablantes. Para unos es el lenguaje de los delincuentes, de modo que un vocablo que no chorree sangre o no exprese, al menos, un acto delictivo, no merece tal nombre. Otros, más exquisitos, sostienen que cuando una palabra ha pasado al lenguaje familiar, o al popular, si acaso alguna vez fue lunfarda (tal el caso de pibe), deja de serlo ‘ipso facto’. Y no falta tampoco quien sostenga que los límites que separan al lunfardo del arrabalero son tan imprecisos que las res- pectivas jurisdicciones han de quedar por siempre indefinidas. Nunca podría- mos, pues, saber a ciencia cierta cuándo es lunfardo y cuándo no merece ser tenido por tal.

“Debo aclarar que no participo de tales preciosismos. El lunfardo es, a mi entender (y consiéntaseme una definición lo más prolijamente descriptiva que se me alcanza) un repertorio de términos traídos por la inmigración, durante la segunda mitad del siglo pasado y hasta el estallido de la primera guerra, y asumidos por el pueblo bajo de Buenos Aires, en cuyo discurso se mezclaban con otros de origen campesino, y quechuismos y lusismos que corrían ya en el habla popular, conformando un léxico que circula ahora en todos los niveles sociales de las “Repúblicas del Plata”.

Agrega Natalio Etchegaray, en la Revista del Notariado, las siguientes citas. Podemos recurrir también a lo que expresa otro integrante de la Academia Porteña del Lunfardo, el poeta, ensayista y escritor Horacio Salas, en el prólo- go de su Clásicos de la poesía lunfarda (Ameghino Editora, Bs. As., 1999):

“Ni tanto ni tan calvo. Ni es cierto que el lunfardo haya sido jerga exclusi- va de delincuentes, ni parece razonable eludir los aspectos que en un comien- zo le dieron características de lenguaje del hampa. Lo real es que el conjunto de voces que en sus inicios parece haber sido código secreto de maleantes, pro- cesados y condenados, pasó rápidamente a las capas más bajas de la población ciudadana, se mezcló con los múltiples vocablos aportados por la ola inmigratoria, y que de esa mixtura surgió una suma de palabras que con el tiempo se integraría al habla cotidiana de los argentinos, al menos de los asentados junto al Río de la Plata…

“…Con el paso de los años, los vocablos lunfardos o desaparecieron por el mero desuso o terminaron por integrarse al habla cotidiana de los argentinos. Ciertas palabras perduran, casi exclusivamente, entreveradas en los versos de

go, el maltratado lunfardo constituye uno de los elementos que conforman las bases de nuestra identidad y varios de los poemas que alberga este volumen (Clásicos de la poesía lunfarda) han ingresado por derecho propio en la memo- ria nativa, participan del inventario, siempre en elaboración, de la cultura ar- gentina”.

Vista la opinión de los expertos podemos precisar, por nuestra cuenta, que el lunfardo no constituye un idioma, ni un dialecto: es un repertorio de pala- bras y expresiones, un lenguaje auxiliar al que se recurre en aras de un mejor entendimiento, de una claridad conceptual que tal vez, en algunas ocasiones, no pueda lograrse con el idioma oficial.

También se dice que el lunfardo es un lenguaje de complicidad, de inicia- dos, cerrado, casi corporativo, pero creo que no siempre es así y podría afirmar que en muchas ocasiones es exactamente lo contrario.

Es cierto que cuando solamente algunas personas conocen un código, pue- den comunicarse entre sí sin temor a ser descubiertos por quienes no lo ma- nejan; pero hoy el lunfardo excede esa estrecha ventaja, para constituirse exac- tamente en lo contrario: su utilización contribuye a que un mayor número de personas comprenda el sentido de un párrafo técnico, científico o académico.

En efecto, muchas veces la riqueza conceptual de un término, expresión o sentencia popular permite un inmediato o mejor entendimiento entre quienes discurren sobre un tema.

Vaya un ejemplo profesional. Creo que la mayoría de los escribanos, salvo que estemos frente a requiren tes con estudios de derecho, nos vemos en serias dificultades para explicarles a los contratantes qué quiere decir la escritura cuando expresa:

“…El vendedor responde por evicción y vicios redhibitorios y se obliga al saneamiento con arreglo a derecho…”

algún viejo tango y obligan a los curiosos a consultar diccionarios.

Sin embargo, con cuánta facilidad y sonrisa mediante, entienden el con-cepto cuando les decimos:

“…El vendedor le bate que le va a arreglar cualquier fato en caso de balurdo…”

Así sentenciaba, en un alarde de síntesis, aquella escritura en lunfardo que dieron a conocer León Hirsch y Julio Martínez Perry en Mendoza en 1966 y que, tradición oral mediante, incluimos textualmente en la escritura que hoy comentamos.

Una última aclaración general antes de entrar en el desarrollo pormenorizado de la escritura.

Un texto lunfardo nunca es redactado íntegro y exclusivamente en térmi- nos o palabras consideradas de ese origen; sería un alarde inútil y falso, nadie habla o escribe así. Al contrario, muchas veces una palabra o expresión coloquial del habla popular descubre, ilumina y proyecta la intención del discurso.

Todo ello está reafirmando esa verdad que proclama el logotipo de nuestra Academia Porteña del Lunfardo: “El pueblo agranda el idioma”.

Escritura en lunfardo

 

“VENTA: de la PÚA, Ivan a YACARE, Celedonio. ESCRITÚRA NÚMERO: DOCENA. En la Reina del Plata, a los veinticuatro días de junio de mil novecientos ochenta y cinco, cincuenta pirulos justinianos de la tarde en que se nos fue el Zorzal, ante emi, Escriba con prontuario palito 85, COMPARECEN: el norse Ivan de la PÚA, arrimado, y el tordo Celedonio YACARE, casado (pero no tanto), los dos portenos, pasados de edad, a los que tengo rejunados, doy efe. INTERVIENEN por las suyas y baten: PRIMERO: Que el norse Ivan de la PÚA VENDE al tordo Celedonio YACARE un bulín ubicado en el rioba piola de San Nicolas, Circunscripcion Nina Bonita, con frente a la yeca Corrientes, antes angosta, tres cuatro ocho, segundo piso, ascensor. SEGÚNDO: El fato se formaliza en el toco de dos palos trescientas lucas y ochocientos sopes argentinos, equivalentes a dos mil trescientos australes ochocientos pinguinos, que el comprador garpa en este acto y el vendedor chapa contento, ante emi, doy efe. TERCERO: El vendedor le pasa al tordo la manija y llaves del cotorro y bate que arreglara cualquier fato en caso de balurdo, como dicen los artículos dos mil y pico del broli de don Dalmacio, si salta embrollo, embargo, mancada o desbole. CÚARTO: El comprador caza la cosa como viene y corre con los gastos ocasionados, amen la canota del escribano. QÚINTO: Los puntos formalizan este asunto bajo parola de machos, sin andar con boletos ni fulerías. YO, EL ESCRIBA, apunto que embrocados los pelpas presentados por los quías y los certificados del Registro de la Propiedad y del estaro de Moreno quince cuarenta, tanto el prontuario del bulín como el del vendedor estan limpios, y en cuanto al bagayo de impuestos no garpados que deschavan los certificados, me lo pasa al vendedor para palmarlos en el coban respectivo. TITÚLO: Al trompa le toco el bulín hace tiempo, cuando se abrieron con su jermu y separaron los tantos, haciendo uno los montones y eligiendo el otro. IMPÚESTO A LOS BENEFICIOS EVENTÚALES: No se retiene ni un mango, en razon de que el vendedor llora la carta y acredita en planilla de la QÚE TE DIJE (Q.T.D.), que ha perdido guita. LEO esta escritura a los puntos contratantes, quienes apiolados de la misma, zampan el gancho, ante emi, doy efe”.

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