Novedades del derecho y las leyes argentinas para el ciudadano

La polémica por el uso de la bicicleta en el espacio urbano

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La bicicleta genera polémica. Es una suerte de puja, de competencia por el uso del espacio público. Hoy, en la ciudad auto, las calles están desbordadas de vehículos que generan humo, ruidos, contaminación y ocupan el espacio de cinco o seis personas para transportar solo una. Qué mitos legales hay en torno de la bicicleta y los accidentes.

Los accidentes y la bicicleta

En primer lugar, es un mito que todos los ciclistas crucemos con el semáforo en rojo. El porcentaje más alto de ciclistas que cruzan el semáforo en rojo fue del 12,24% en el año 2014, mientras que fuera del macrocentro ampliado el mayor porcentaje fue del 11,1% en el año 2013. (Datos observaciones efectuadas por la Gerencia Operativa de Planificación Estratégica de la Movilidad del GCBA en 386 intersecciones semaforizadas del área del Macrocentro ampliado de la Ciudad y en 50 intersecciones fuera de dicha área).

Incluso más, de los últimos datos obtenidos para cada una de esas áreas resulta que el  comportamiento disminuyó al 7,78% para el macrocentro y al 7,1% fuera del macrocentro ampliado, como da cuenta ese gráfico de distribución porcentual de ciclistas que cruzan en rojo por año. Macrocentro ampliado de la Ciudad de Buenos Aires, 2013/2017.

 

 

Finalmente, se observó que en el año 2017 los porcentajes de cruces en rojo en las intersecciones
calla-calle fueron más altos (9,8%) que en las intersecciones avenida-calle (7,5%), calle-avenida
(5,3%) y avenida-avenida (2,7%), replicando la tendencia observada en años anteriores. Esto puede
relacionarse con que el volumen vehicular es más bajo en calles que en avenidas lo que alienta a
cruzar sin esperar a tener la luz del semáforo a favor

 

 

Con relación a los siniestros, mientras que en el periodo 2012-2015 hubo un aumento de la cantidad de viajes por km del 18,9%, los siniestros con ciclistas involucrados disminuyeron un 9,5%. Lo que sugiere que, a pesar del incremento del número de viajes en estos  vehículos, los siniestros con ciclistas se encuentran estabilizados.

Los siniestros con bicicletas representan el 6,1% de los incidentes que ocurren en la Ciudad. La amplia mayoría de éstos ocurren con vehículos a motor seguidos por los siniestros con motovehículos, lo que se relaciona con la cantidad y tipo de vehículos que circulan con mayor frecuencia por la Ciudad. Cabe destacar que los siniestros que involucran bicicletas o bicicletas y peatones apenas llegan al 3% de los siniestros con ciclistas y ninguno de ellos ha sido un siniestro fatal.

El cuchillo y el revolver

Cada vez que digo “ciclista” varios saltan y dicen que los regulen. OK pero no es lo mismo un cuchillo que un revólver! ?????? Los primeros no se pueden portar en la calle salvo que estén envueltos, que no se puedan desenvainar y usar. Es una contravención tener un “arma no convencional”. Pero no es tan grave como el delito de tener un arma de guerra, y ni que hablar portarla en un lugar público.

Toda vida debe ser preservada, pero la potencialidad de causar daño que tiene una tonelada acelerada no es lo mismo que el de una bicicleta. Por eso ambos están regulados pero tienen sus exigencias particulares y para los vehículos pesados y más rápidos (desde motos en adelante) hay una serie de controles más estrictos, con énfasis en lo preventivo.

Es verdad que un ciclista que comete una maniobra imprudente puede lastimar, pero la magnitud del daño es mucho menor que la de un vehículo pesado y eso hace que la persecución (law enforcement en inglés) también sea acorde (o deba serlo). Igual que un fiscal que prefiere ir tras el caso grande de evasión antes que al pequeño comerciante, porque los recursos, en este caso inspectores de tránsito, también son limitados.

Sí coincido con que el conductor de bicicleta debe ser responsable, prudente y cuidadoso del entorno. Como la ley indica, no puede conducir con auriculares y debe respetar la prioridad peatonal. Pero si vamos a tratar igual a cualquier cosa que acelere, por favor no dejemos de mirar a los runners o corredores incautos y claro, a los cochecitos de bebé. ¿Se viene el test de alcoholemia?

Por otro lado, y para cerrar, creo que las normas de tránsito deberían ser repensadas para incorporar a este relativamente “nuevo” actor que es el ciclista. Una normativa pensada por y para tránsito automotor no ayuda, y recién en los últimos 10 o 15 años hemos empezado a incorporar infraestructura ciclista. More roads, more traffic, de lo que quieras.

En tanto, en el diario La Nación se armó un lindo debate entre dos periodistas acerca del uso de la bicicleta, sus riesgos y desafíos de infraestructura vial que aún falta realizar. Reproduzco ambas notas porque son valiosas, cada una en su visión y a su modo. Abajo, además, podés dejar tu comentario sobre el tema.

 

 


 

 

“Agarrá la bici”, un consejo de locos

Leonardo Ferri

PARA LA NACION

28 de mayo de 2018

Los subtes están llenos. Hay que dejar pasar uno, dos, tres; y quizás todavía no se pueda subir. El tren hace un recorrido reducido, ya sea por obras, o por un accidente con un pasajero o porque una estructura de hormigón se derrumba y suspende el servicio de manera indefinida. El colectivo es una opción, pero las calles están saturadas, las frecuencias son una historia de ficción y generan todavía menos certidumbre acerca del horario de llegada al destino. La última opción legal tal vez sea tomar un taxi. Resignar dinero es una solución posible cuando la prioridad es ser puntual y no jugar con el tiempo ajeno. La excusa de “la calle está terrible” ya no sirve como excusa, y hay que salir con tiempo. Más tiempo que eso que antes era tiempo. Pero los dos primeros taxis que frenan no quieren ir para el lado del Micro y Macrocentro -porque después de las 11, sin tener el permiso correspondiente- sólo se puede circular por avenidas. Entonces, de vuelta al subte o al colectivo, lo mismo da. Lo que nunca -nunca- falta es quien te diga “agarrá la bici”. De locos.

De manera lenta y progresiva quedó instaurada la creencia de que la bicicleta es una solución para cualquier problema de transporte, y no. Cuando se paga un boleto de tren o de subte o de colectivo, se trata de viajar bien y no de evitar tomar el transporte. Con frecuencias que se cumplan y en coches limpios y cómodos, como mínimo. Además, que tanto más feliz se llegaría al trabajo si el viaje fuera un viaje y no una sinfonía de empujones, ¿no? Pero no. Entonces, cuando se vive a 15 kilómetros, cuando se tiene que respetar cierta vestimenta, cuando en el destino no hay duchas ni vestuarios y cuando en el camino no hay ciclovías; ¿qué hay que hacer? ¿Agarrar la bici y hacer como que cualquiera está capacitado para andar en bicicleta por la calle? ¿Presumir que todos tienen bici, casco, accesorios reflectantes y un estado físico que permita llegar bien, trabajar todo el día y después volver? De locos.

Agarrar la bici es, sin dudas, una buena opción para los que viven en Palermo. O Caballito, por ejemplo. El sistema es muy bueno, pero no se puede ni siquiera desear que sirva para reemplazar a ningún otro medio de transporte. Buenos Aires no es Copenhague ni los argentinos somos suizos. Y eso es lo que los biciliebers no terminan de aceptar. Porque es tan cierto que mientras ellos suman kilómetros y estado atlético con cada trayecto, también aportan algo de caos cuando no frenan en los semáforos, se suben a las veredas o andan en zig-zag entre los autos. La verdadera solución -una que conjugue de manera correcta a los autos particulares, al transporte público, a los ciclistas, los moteros, los taxistas, los conductores de Uber (cuando no les pegan) y los peatones- lleva mucho más trabajo que decir “agarrá la bici”. Que el marketing no tape la realidad. Por eso todavía hoy, en 2018, nadie parece estar ni cerca de cómo mejorar esa pavadita que se llama llegar a tiempo de un lugar a otro. De locos.

 

“Agarrá la bici”, un sabio consejo

Víctor Pombinho Soares

LA NACIÓN

29 de mayo de 2018

 

En una columna de opinión publicada el lunes pasado, el amigo Leo Ferri se queja amargamente de quienes le aconsejan andar en bici cuando el tren anda mal o el subte colapsa. Es extraño, porque es un excelente consejo.

Sinceramente no escuché a nadie (y eso que conozco a muchos fervientes impulsores del ciclismo urbano) decir que la bici es la solución para todos los problemas de movilidad urbana. Es tan solo un complemento muy útil de un sistema de transporte público bien desarrollado.

Pero Leo prefiere tomarse un taxi. Y es lógico, va a viajar más cómodo. También podría ir bebiendo champán. Pero sin dudas va a llegar más rápido (y encima gratis) con una bici pública. Nadie pide que la gente haga 15 kilómetros en bici desde Martínez o Mataderos al centro porteño todos los días (aunque conozco a quienes lo hacen). Pero bien se puede combinar una bici pública o propia con el tren, el subte o el colectivo.

Por otro lado, Leo asegura que los “biciliebers” debemos entender que “Buenos Aires no es Copenhague ni los argentinos somos suizos”. Y este es el típico salvoconducto que usamos los porteños y argentinos para ser maleducados e infringir las leyes. “No somos suizos, viejo, por eso no respetamos sendas peatonales ni semáforos en rojo”. “Esto no es Copenhague, hermano, por eso toco bocina y les tiro el auto encima a los ciclistas”.

Afortunadamente, los argentinos compartimos el mismo ADN que daneses y suizos. No somos hombres de Cromagnon. Y no hace falta ir tan lejos para ver cómo se respetan las leyes de tránsito en Montevideo y Santiago de Chile. Sí, aquí nomás.

Son los mismos pesimistas que decían que en Buenos Aires las ciclovías no las iba a usar nadie y que a las bicis amarillas se las iban a robar. Pues bien, el uso de la bicicleta para ir a trabajar y estudiar creció exponencialmente y las bicis públicas están a disposición de quien quiera usarlas. Por supuesto, con inconvenientes, como todo en la vida.

Por otro lado, en las grandes ciudades del mundo, viajar en subte es incómodo en hora pico y vivir en los suburbios te garantiza un dolor de cabeza si trabajás en el centro. No hay magia posible. Pero si agarrás la bici y pedaleás unos kilómetros todos los días, seguro te vas a sentir mejor. Seguro.

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