La escena parecía típica del glamour hollywoodense: Jennifer Lopez bajando de un vehículo envuelta en un abrigo blanco de piel sintética, cartera Chanel en mano y un vestido de satén, camino a una fiesta previa a los Globos de Oro. Lo que no parecía tan típico era que esas imágenes, tomadas por paparazzis, terminaran como evidencia principal en una demanda federal por violación de derechos de autor.
El fotógrafo Edwin Blanco y la agencia de medios Backgrid USA presentaron una demanda contra la cantante y actriz por haber subido esas fotos a sus perfiles de Instagram y X (ex Twitter), sin autorización. Las imágenes, que no tienen marcas de agua visibles, siguen disponibles al momento de escribir esta nota bajo el título “Weekend Glamour”.
¿Cómo puede alguien ser demandado por publicar su propia foto?
La clave está en quién dispara la cámara y bajo qué condiciones. En términos legales, los derechos patrimoniales de una fotografía pertenecen al autor de la obra, en este caso el fotógrafo, salvo que exista una cesión formal. Es decir, aunque sea tu cara y tu cuerpo, la imagen no te pertenece si fue tomada sin que la hayas encargado ni pagado por su uso.
Esto se agrava si el uso posterior se considera comercial. Según el abogado de Blanco y Backgrid, Jennifer habría utilizado las imágenes para promocionar a las marcas que vestía esa noche. “Ella usó las fotos para resaltar a los diseñadores de su ropa y joyería”, afirmó Peter Perkowski, su representante legal.
Acuerdo no firmado y un nuevo frente legal
Según la demanda, las partes habrían entablado negociaciones posteriores a la publicación de las fotos. Incluso se habría alcanzado un acuerdo verbal de compensación económica. Sin embargo, los demandantes sostienen que la artista no firmó los papeles y tampoco abonó el monto acordado.
Ahora, los fotógrafos reclaman hasta 150.000 dólares por cada foto compartida y solicitan un juicio con jurado en un tribunal federal. El equipo de JLo no respondió públicamente a las acusaciones al momento de esta publicación.
Un déjà vu judicial para JLo
Esta no es la primera vez que la diva del Bronx enfrenta litigios similares. En 2019 y 2020 ya fue demandada por compartir fotos tomadas por terceros. También en 2020 su productora, Nuyorican Productions, fue demandada por 40 millones de dólares por una mujer que afirmaba haber inspirado al personaje de la película Hustlers.
Estos antecedentes muestran un patrón de conflictos relacionados con derechos de autor, imagen y uso comercial de contenidos no licenciados.
¿Quién tiene el derecho en la era del “yo” digital?
El caso toca un punto sensible y fascinante del derecho actual: la colisión entre el derecho de imagen y el copyright. ¿Puede una celebridad publicar una foto donde aparece si no tiene los derechos sobre esa imagen? La ley responde con un “no” tajante, incluso cuando esa persona es el foco visual de la obra.
En Argentina, por ejemplo, el artículo 53 del Código Civil y Comercial reconoce el derecho exclusivo de toda persona a la imagen, pero esto no exime del deber de respetar el derecho de autor de quien toma la fotografía. En Estados Unidos, la lógica es similar: hay un equilibrio entre First Amendment, imagen personal y copyright.
Entre glamour, contratos y pixeles
Detrás de una publicación aparentemente inocente en Instagram, se esconden capas complejas de licencias, cesiones, usos permitidos y relaciones comerciales. En un ecosistema donde cada post puede representar miles de dólares en visibilidad para una marca, las reglas del juego exigen mucho más que estilo: exigen asesoramiento legal.
Reflexión final: clics que cuestan
La vida pública tiene su precio, incluso cuando se trata de usar fotos propias para decir “qué bien me veía”. Este caso no solo pone a Jennifer Lopez otra vez en un banquillo simbólico, sino que recuerda que el derecho de autor no se deja eclipsar por la fama.
Porque en tiempos donde cada imagen puede ser un anuncio, y cada story un contrato tácito, entender qué se puede y qué no se puede compartir es tan esencial como elegir el vestido adecuado.