En 2019, un equipo de investigadores de la Universidad de Richmond liderado por la profesora de neurociencia conductual Kelly Lambert hizo historia: lograron entrenar a ratas para conducir pequeños autos. Estos vehículos, fabricados con envases de plástico, eran impulsados por cables que las ratas manipulaban como pedales de aceleración. ¿El incentivo? Deliciosos cereales Froot Loops.
Las ratas aprendieron a maniobrar con precisión sorprendente. Según Lambert, aquellas que vivían en entornos enriquecidos con juguetes, espacio y compañeros lo hicieron con mayor rapidez que las criadas en espacios más austeros. Pero lo más llamativo no fue solo su habilidad de conducción, sino su aparente disfrute del proceso.
Durante la pandemia, Lambert observó un comportamiento inusual: los roedores entrenados corrían al borde de sus jaulas al verla entrar, saltando de manera similar a un perro al que se le promete un paseo. Esto despertó una pregunta intrigante: ¿las ratas anticipaban la recompensa o disfrutaban genuinamente de la experiencia de conducir?
La investigación avanzó con vehículos más sofisticados, comparados humorísticamente con versiones miniaturizadas del Cybertruck de Tesla. Estos autos estaban diseñados para resistir las “habilidades” de los conductores peludos, con neumáticos indestructibles y controles ergonómicos.
La espera como motor de optimismo
La curiosidad llevó al equipo a diseñar un protocolo llamado Wait For It, en el que se entrenaba a las ratas para retrasar la obtención de recompensas. Por ejemplo, debían esperar 15 minutos después de la colocación de un bloque de Lego en su jaula antes de recibir un Froot Loop o completar pequeños desafíos, como pelar semillas de girasol.
Los resultados preliminares fueron reveladores. Las ratas que aprendieron a esperar mostraron un cambio en su “estilo cognitivo” de pesimista a optimista, además de un mejor desempeño en tareas cognitivas y mayor audacia en la resolución de problemas. Incluso exhibieron un peculiar comportamiento conocido como cola de Straub, una posición que en los roedores está vinculada con altos niveles de dopamina, el “hormona de la felicidad”.
En un experimento adicional, las ratas podían elegir entre caminar directamente hacia su recompensa o subirse al auto y conducir hasta ella. Sorprendentemente, dos de las tres ratas optaron por el trayecto más largo: primero corrían hacia el vehículo para luego manejar hasta su Froot Loop. Esto sugería que no solo buscaban la recompensa final, sino que disfrutaban del proceso en sí.
A nivel legal, por lo pronto solo una persona humana puede conducir, pero es posible que las leyes evoluciones y cambien. El punto es que los animales no sean explotados y tratados con la dignidad que se merecen, derecho animal.