“El miércoles 14 de agosto, en la línea 9 del metro, Semi B. ve a tres personas de confesión judía: una joven y sus padres. Este hombre de unos cuarenta años, que llegó en 1998 desde el Congo y obtuvo el estatus de refugiado en 2000, comienza a insultarlos y a escupir en su dirección. Dentro del vagón, Naomi, una joven de 24 años, saca su teléfono para filmar la escena. “Al principio no pensé en intervenir porque tenía miedo”, confiesa en la audiencia de este viernes. “Pero cuanto más escuchaba lo que pasaba, más furiosa me ponía. Para mí, es inconcebible decir cosas así. En el momento en que él les escupió, me sentí obligada a intervenir. Las palabras me salieron solas”.
En su video, proyectado en el tribunal, se escucha a la joven decirle a Semi B.: “¡Para! Voy a denunciarte. ¡Sal del metro!”. El hombre, padre de cinco hijos de varias relaciones, la insulta, escupe en su dirección y luego vuelve a sentarse. “Nadie en ese vagón reaccionó. Había hombres fuertes que no hicieron nada. Es lamentable”, lamenta Naomi en la audiencia. Tras los hechos, presentó una denuncia en la comisaría de Issy-les-Moulineaux.
Dos días después, el sospechoso es detenido en el distrito 10. Durante su arresto, este hombre, que dice ser pintor de construcción “en negro”, admite los hechos, pero alega que, antes de la escena, una mujer que hablaba sobre la situación en Israel y Palestina lo llamó “mono”. Asegura sentir “vergüenza” por su comportamiento y afirma “no tener problemas con el pueblo judío”, añadiendo: “No soy antisemita, tengo amigos y primos judíos”. También menciona la situación de los “niños de Gaza” y la vincula con el trauma que sufrió debido a los acontecimientos en su país de origen, el Congo. El perito psiquiatra que lo examina lo declara “perfectamente apto para recibir una sanción penal”.
Liberado bajo control judicial, que no respeta, este hombre, cuyo historial delictivo cuenta con una decena de antecedentes por daños, amenazas de muerte, robos agravados, violencia de género, entre otros, no se presenta a su propio juicio, una conducta habitual en él. Por lo tanto, en su ausencia, el viernes 31 de enero, la fiscal solicita un año de prisión firme de los cinco años posibles, denunciando “comentarios y un comportamiento totalmente inaceptables, indignantes, de una violencia impactante”. Tras deliberar, los tres jueces de la décima sala lo condenan finalmente a un año de prisión efectiva.”, reporta el diario.
El caso de Semi B., condenado por “apología de crimen contra la humanidad” y “violencias a razón de la pertenencia de la víctima a una religión determinada”, plantea diversas cuestiones legales que pueden analizarse desde la legislación francesa y principios generales del derecho penal.
Análisis Jurídico del Caso
1. Apología de Crimen contre l’Humanité
El delito de “apología de crimen contre l’humanité” está previsto en el Código Penal Francés (artículo 24 de la Ley de 1881 sobre la prensa). Consiste en justificar, minimizar o exaltar crímenes de genocidio, esclavitud, o crímenes de guerra. En este caso, la frase “Hitler tenía razón, debía matar a todos los judíos” es una incitación directa a la violencia basada en referencias históricas al Holocausto.
2. Violencias motivadas por la religión de la víctima
El Código Penal Francés tipifica la violencia verbal y física motivada por religión como una agravante del delito de agresión. En este caso, las ofensas y escupitajos contra una familia judía y la agresión verbal a la joven que intervino constituyen ataques discriminatorios.
Aspectos Claves del Juicio
- Evidencia en video: La prueba principal fue el video grabado por Naomi, lo que permitió al tribunal visualizar los hechos.
- Reincidencia y perfil del acusado: Semi B. tiene antecedentes penales por diversos delitos (violencia doméstica, amenazas de muerte, robos), lo que influyó en la severidad de la condena.
- Fuga y juicio en ausencia: No respetó el control judicial y no se presentó al juicio, lo que llevó a una condena sin posibilidad de reducción de pena.
Reflexión sobre el Antisemitismo y la Responsabilidad Legal
Este caso refleja el aumento de incidentes antisemitas en Francia y la importancia de una respuesta judicial contundente. Más allá del castigo individual, se enmarca en una lucha mayor contra el discurso de odio y la violencia motivada por prejuicios.
El tribunal, al imponer un año de prisión firme, envía un mensaje de tolerancia cero hacia este tipo de delitos, reafirmando la protección de las víctimas de discriminación religiosa y la necesidad de sancionar las expresiones de odio que incitan a la violencia.