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NFT – Los Non Fungible Tokens como tendencia del arte y crypto

El caso de una heladería argentina que no quiso quedarse fuera del mercado. Arte, coleccionismo, tecnología, nuevas finanzas digitales y un poco de hype. De todo eso está hecho un Non Fungible Token o NFT. El último grito del mundo cripto que tiene encantados a empresas y personas por igual. Pero, ¿qué son realmente, para qué sirven y por qué valen tanto?

Por Eugenio Rise

Durante los años 1990, millones de niños en todo el país, sin saberlo, compartían una misma pasión por el coleccionismo, los fundamentos de la economía y el amor al arte.

Eran las épocas del “sila” y el “nola”, en las figuritas (del mundial, del animé, de la televisión… era lo de menos), en los tazos de las frituras de paquete, de las cartas Pokémon y Magic. Y siempre había una, esa misma, la que faltaba para completar el álbum o tener la colección.

Era los complejos mecanismos de la oferta y la demanda, la abundancia y la escasez, operando como engranajes escondidos para el coleccionismo.

Hoy, esa misma pasión se reinventó a través de los tokens no fungibles o NFT, una suerte de nueva vanguardia del coleccionismo digital que se contagió en todas todos los estratos sociales.

Posiblemente la piedra fundacional de los NFT haya sido el artista estadounidense Mike Winkelmann puso a la venta una imagen digital (en formato .jpg) en la firma de subastas Christie’s, la cual fue adquirida por US$ 69 millones. Esto marcó un récord impensado en la industria.

No fue casualidad: la casa de subastas buscaba reinventar su negocio en medio de las vicisitudes de la pandemia. Si bien el arte digital no es nuevo, la idea de “venderlo” y otorgarle valor a entidades digitales, fácilmente replicables, puede trazarse hasta el foro 4chan.

Conocido por sus reediciones y modificaciones de la Rana Pepe, el personaje del comic Boy’s Club de 2005. Como todo en 4chan empezó siendo una broma que se fue de control. Se generó un mercado de imágenes del meme que se vendían y compraban.

Pero, a diferencia de un cuadro original que se cuelga en un despacho o se exhibe en un museo, ¿cómo demuestro que un archivo .avi, .jpg o .wav me pertenece? Ahí es cuando aparece el gran nuevo diferencial: blockchain.

Gracias a la explosión de las criptomonedas en los últimos años, la tecnología blockchain se popularizó y comenzó a pensarse en otros usos para este diseño que permite generar bloques de datos inmutables.

A través de esta posibilidad de generar información inviolable es que es posible empezar a pensar en los NFT. Cualquier contenido digital puede tokenizarse.

Es decir, gracias a la tecnología blockchain y los contratos inteligentes (cláusulas que se disparan bajo ciertos eventos tecnológicos, por ejemplo, que solo se modifique un archivo si todos los usuarios autorizados están de acuerdo) puede dotarse de una serie de metadatos que garantizan su autenticidad.

Además estos datos identifican a su autor, su valor de partida y de adquisición y todas las transacciones que ha vivido desde su creación (desde quién lo ha creado, quién lo ha tokenizado y quién, dónde y por cuánto se ha vendido).

Al tokenizar un contenido digital (puede ser un archivo JPEG, un meme, un ebook o incluso un twitt), se crea un certificado digital de propiedad y autenticidad, que indica que ese contenido es único y que los derechos de propiedad los tiene la persona que lo ha adquirido.

Concatenando la información sobre una blockchain, estos datos quedan eternizados en la web y no puede ya dudarse ni de su autenticidad ni de su autoría. A todo esto, el mercado global de activos NFT; según Reuters, ya supera los US$ 2.500 millones, solo en esta primera mitad de 2021.

Para todos los gustos

Los argentinos no se quisieron quedar afuera de este fenómeno. Una empresa argentina, heladería Giunda Gelatería, es la primera que se animó a crear un NFT propio y a ofrecerlo en el libre mercado. Conocidos como “Crypto.Gelato”.

Se trata de 20 piezas de helado únicas e irrepetibles. “Básicamente, consisten en una colección de 20 articulos digitales, cada uno es un gusto de helado”, explica Juan Ignacio Nassi, uno de los creadores del proyecto. Nassi trabaja en marketing digital y la heladería es uno de sus clientes.

“Como siempre les interesó la innovación, tuve la idea de combinar mi pasión por las criptomonedas con el marketing y ellos quisieron sumar su producto al mundo de las cripto y ser la primera heladería digital del mundo”, agrega.

“¿Por qué alguien compraría un helado que no puede tomar?”, pregunta retóricamente Nassi y responde: “Es una obra de arte, cripto arte, específicamente.

También se hace por coleccionismo y como reserva de valor, la persona que compra puede ir a los mercados libres de tokens y venderlos en un futuro”.

Así, es posible hacerse del sabor cheesecake y reclamarlo como propio. “La pieza no es solo el título de propiedad, sino que es un archivo multimedia mp4 de una basqueta del helado girando en loop”, explica Nassi.

Estas piezas tienen un valor de venta de 0,4 Ether (la criptomoneda de la red Ethereum, donde se alojan los NFT) cada una lo que en este momento equivale a unos US$ 700. Los tokens se pueden comprar en Open Sea, un Marketplace abierto de compra-venta de NFT.

Si bien todavía no se vendió ninguno, Nissa explica que “salieron hace 3 semanas, fue un desarrollo interno y todavía lo estamos dando a conocer. El mercado está muy verde pero tuve muchos empresarios interesados en comprar”.

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