Novedades del derecho y las leyes argentinas para el ciudadano

El régimen de alta inflación

La economía argentina ingreó formalmente en un régimen de alta inflación. ¿Qué significa esto?

Por Juan M. Telechea

La renuncia de Martín Guzmán fue el más reciente de una concatenación de sucesos políticos que comenzó con la carta de Cristina Fernández de Kirchner hacia fines de 2020, donde sostuvo que había “funcionarios que no funcionan”.

Lo que sucedió el lunes pasado con los precios confirma que la economía ingresó en lo que se conoce como un “régimen de alta inflación”. Como explica Joaquín Waldman  acá, la economía argentina cumpliría con todos los requisitos:

  1. Inflación anual por encima del 50%;
  2. Inflación mensual superior al 5%;
  3. Tener dos o más años de inflación por encima del 40%;
  4. Tener el doble de la inflación promedio de los últimos 10 años.

En nuestro caso, eso requiere una inflación anual en torno al 64%. Los últimos datos oficiales son de mayo y la ubican en el 60%, pero con los aumentos de estos días casi con seguridad superamos ese nivel.

Más allá de la definición, lo importante es que, al ingresar en un régimen de alta inflación, lo que sucede es que cambia el comportamiento de este fenómeno. Los aumentos de precios se vuelven sumamente sensibles, ya sea al incremento de los precios internacionales al tipo de cambio o bien a algún evento que genere incertidumbre en la economía. Básicamente, los aumentos de precios se vuelven sensibles a todo.

Como muestra un relevamiento de precios realizado por Ecolatina  , tras la renuncia de Guzmán se observaron aumentos en casi todos los rubros (solo 5 de más de 60 no mostraron subas de precios).

Lamentablemente hoy ya estamos muy acostumbrados a hablar en términos de estas magnitudes, pero el hecho de que se observen subas generalizadas del 10% en un solo día es algo sumamente atípico.

Basta con observar que dichos incrementos son similares o incluso superiores a la inflación observada a lo largo de todo el último año en el resto de los países de la región (Chile 13%; Brasil 12%; Uruguay 9%; Colombia 9%; por poner algunos ejemplos).

Fíjense que, entonces, el principal motivo que explica estas remarcaciones en los precios es la propia inflación. Como dijimos, esto lleva a conductas típicas para cubrirse de la elevada incertidumbre que provoca el proceso inflacionario.

Estas conductas abarcan no solo a las empresas, sino también a los consumidores (que vimos cómo salieron rápidamente durante el fin de semana a comprar bienes) o a los ahorristas (que hicieron lo propio con el cupo de los USD 200 para ahorro).

El otro rasgo distintivo de los regímenes de alta inflación es que este problema ya no se mide por su magnitud (qué tan elevada es la inflación) sino por su velocidad (qué tan rápido ajustan los precios).

Hay una frase brillante de Heymann y Leijonhufvud que lo resume a la perfección: La inflación es, en todo momento y lugar, del mismo nivel. Lo que cambia, en todo caso, es la unidad de tiempo con la que se la mide (años, meses, días).

Esto significa que deja de tener relevancia la inflación anual, porque la información contenida (los últimos doce meses) queda obsoleta, y los actores relevantes (empresas y sindicatos) pasan a mirar lo que pasó en los meses más recientes para hacer sus actualizaciones.

A modo de ejemplo, el gráfico a continuación muestra cómo las consultoras privadas fueron ajustando al alza la inflación estimada para fines de este año. En tan solo cinco meses, dicha proyección se incrementó más de 20 puntos porcentuales.

Por detrás de esto, lo que se observa es que las consultoras están suponiendo que la inflación mensual se va a ubicar en torno al 4,5% mensual de acá a fin de año. Esto significa que la inflación no va a volver a los niveles previos al estallido de la guerra es decir que sería un shock “permanente” en el nivel inflacionario y no “transitorio”, a pesar de que los precios del petróleo, el trigo o la soja se viene reduciendo de manera significativa:

Por ende, la inflación ya se encontraría en un escalón superior. Como ven en el gráfico, los niveles de inflación se incrementaron tras la fuerte devaluación que hubo durante la gestión de Cambiemos, luego tras la salida de la pandemia y ahora con el estallido de la guerra.

Esto se explica por el elevado componente inercial que tiene la inflación. Cuando un shock eleva el nivel de la inflación, éste luego persiste en el tiempo porque, atrás de eso, se actualizan rápidamente los salarios, los alquileres, las tasas de interés, etc.

Volvemos, entonces, a dónde empezamos. El hecho de que la economía haya ingresado en un régimen de alta inflación representa un desafío mayúsculo para la nueva gestión.

En ese sentido, el elemento crucial en lo inmediato es contener las expectativas, atravesadas por la fuerte incertidumbre que percibe toda la sociedad argentina.

Un punto importante para destacar acá es que dicha incertidumbre no solo obedece a la situación económica sino también a la política, en particular las tensiones que se observan hacia adentro de la coalición gobernante. La salida de Kulfas y de Guzmán, ambos apuntados desde hacía meses por Cristina Fernández de Kirchner, debería apaciguar -un poco- las aguas.

Lo que resulta un poco más difícil de descifrar es si pasará lo mismo con Silvina Batakis, dado que las medidas anunciadas confirman que mantendrá prácticamente inalterado el programa económico trazado por Guzmán.

Por ende, resulta difícil que esto alcance para confirmar, de cara a la sociedad y los mercados, que el gobierno finalmente consiguió resolver la crisis política que implosionó la semana pasada. Comienza a sonar, otra vez, el blues de la credibilidad.

 


*Economista. Director del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación German Abdala, columnista en  Cenital y docente universitario. Su twitter.  Su canal de youtube

Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.