La aterradora manera en que las anguilas escapan del estómago de un pez hambriento
Videos de rayos X mostraron que algunas pequeñas anguilas japonesas demostraron que no estaban dispuestas a convertirse en la comida de un depredador.
Para la mayoría de los animales, terminar en el estómago de un depredador significa el final. Pero no para las anguilas japonesas.
En un estudio publicado en la revista Current Biology, algunos científicos filmaron a anguilas juveniles japonesas protagonizando escapes dignos de Houdini desde adentro de un pez depredador. Tras ser tragadas y depositadas en el estómago del pez, las anguilas nadaron por el esófago del cazador y lograron salir por una apertura en sus branquias, para el evidente disgusto del pez.
Es la primera vez que los científicos logran documentar con precisión como una presa escapa del estómago de un depredador. La revelación deja la puerta abierta a nuevas investigaciones: ¿será que otras especies de cuerpo alargado también emplean esta técnica para salvarse?
Todo comenzó en 2021, cuando Yuha Hasegawa, por entonces estudiante de posgrado en la Universidad de Nagasaki, introdujo una pequeña anguila japonesa en un tanque con un dark sleeper, un pez de río depredador. Hasegawa observó cómo la anguila fue engullida por completo.
Menos de un minuto después, la anguila volvió a aparecer en el tanque.
Hasegawa pensó que la anguila había escapado mientras aún estaba en la boca del pez, pero no tenía claro cómo lo había hecho. Hoy, ya como profesor asistente, Hasegawa junto a su colega Yuuki Kawabata, profesor asociado de la misma universidad, pasaron los tres años siguientes tratando de resolver el enigma.
La clave para descubrir la técnica fue un dispositivo que graba películas con rayos X. Los investigadores inyectaron a decenas de anguilas juveniles una sustancia que las hacía visibles bajo los rayos X y las colocaron nuevamente en el tanque con el dark sleeper. Tras ser comidas por el pez, los investigadores anestesiaban levemente a los depredadores y los ponían bajo el equipo de grabación. Lo que vieron los dejó atónitos.
“Pensábamos que la anguila escapaba por la boca del depredador, pero en la primera filmación vimos que salía desde el estómago”, explicó el Dr. Hasegawa. “Se movía hacia atrás a través del tracto digestivo y salía por las branquias del pez”.
De las 32 anguilas filmadas siendo tragadas enteras, 28 intentaron escapar retorciéndose en reversa, subiendo por el esófago y saliendo por loas branquias. Sin embargo, solo nueve lo lograron.
El factor tiempo fue clave: las anguilas podían sobrevivir solo tres minutos dentro del pez antes de morir. Las que lograron escapar lo hicieron en menos de un minuto.
Los investigadores aseguran que estas anguilas están preparadas para ese tipo de escapes. “Cavar y nadar hacia atrás son comportamientos naturales”, comentó el Dr. Kawabata. Además, las anguilas, naturalmente resbaladizas y con cuerpos alargados y musculosos, están adaptadas para moverse en grietas estrechas en los lechos de los ríos. Si alguna especie puede protagonizar una fuga de esta magnitud, son ellas.
“Es una hazaña impresionante”, opinó Kory Evans, biólogo de peces de la Universidad Rice en Houston, quien no participó en el estudio.
Evans destacó que las branquias de los peces tienen arcos óseos y otros obstáculos. “Muchas veces, los peces tienen dientes en la superficie de sus branquias, por lo que deslizarse por ahí no es fácil”, agregó, remarcando que el estudio es “un recordatorio más de lo increíbles que son las anguilas”.
Esta estrategia de escape es poco común en el mundo natural. Solo unas pocas especies demostraron tener la capacidad de escapar de sus depredadores, y lo hacen con métodos muy distintos. Por ejemplo, el escarabajo bombardero, al ser tragado por un sapo, expulsa un líquido tóxico que obliga al anfibio a vomitar.
Los hallazgos de este estudio plantean nuevos interrogantes sobre la capacidad de las anguilas y otros peces de cuerpo delgado para sobrevivir tras ser tragados. Los investigadores ahora exploran si las anguilas japonesas chicas emplean esta estrategia frente a otros depredadores y si este comportamiento se ha desarrollado en otras especies.
Aunque puede llevar años encontrar todas las respuestas, si algo enseñó esta investigación, es a no rendirse jamás.
Fuente: NY Times
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