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Acoso: La persecución física y digital afecta a los abogados.

El acoso se "modernizó" con el uso de las redes sociales, llevando a amenazas y difamaciones en estos medios.

En 1997, un artículo del periódico Folha de Sao Paulo alertaba sobre la falta de una ley específica en Brasil que penalizara el acoso. En ese momento, se informaba que los acosadores actuaban libremente y las medidas contra el acoso eran limitadas.

“En Brasil, las penas son leves y la Justicia es muy lenta. Es difícil que alguien vaya a la cárcel por hacer la vida imposible a otro”, dijo entonces el abogado penalista y ex ministro de Justicia, Márcio Thomaz Bastos.

La penalización del acoso ocurrió recién en 2021, mediante una ley sancionada por el ex presidente Jair Bolsonaro. Desde entonces, las denuncias de persecuciones aumentaron, impulsadas por las redes sociales y la evolución tecnológica.

La ley establece penas de seis meses a dos años de prisión, con un aumento de pena en la mitad si la víctima es mujer, niño, adolescente o anciano. Antes de eso, la práctica se consideraba una contravención penal o un delito de amenaza, con penas significativamente más leves.

Según el abogado y profesor Hiago Cordioli, con la tipificación del delito, el acosador puede ser sujeto a medidas cautelares, como la prohibición de mantener contacto con la víctima. Si la conducta persiste o resulta en un delito más grave, el acosador puede ser llevado a prisión.

El abogado también destaca que es posible la condena civil del acosador, para reparar daños materiales y morales causados a las víctimas.

“Es común que los acosadores causen daño patrimonial a las víctimas, como una forma de amenaza. Los daños morales son más fáciles de caracterizar debido a la naturaleza misma de esta conducta”, concluyó.

Abogada víctima

Lo que no se esperaba es que los abogados se convirtieran en víctimas de esta práctica debido a su profesión.

En 1997, Folha de Sao Paulo destacó el caso de una abogada que tuvo que instalar un identificador de llamadas en su teléfono debido a constantes llamadas anónimas. Más de dos décadas después, la abogada Gisele Truzzi también fue víctima de un acosador. Sin embargo, a diferencia del pasado, el acoso se modernizó, manifestándose a través de las redes sociales.

Entre 2017 y 2019, su bufete atendió a una persona que se convirtió en blanco de difamación y persecución por parte de un tercero, que posteriormente comenzó a acosar a Gisele.

Ella enfrentó amenazas en las redes sociales, con videos y correos electrónicos intimidantes. El acosador actuaba de manera específica, desapareciendo durante meses antes de volver con nuevos ataques, afectando directamente su bienestar emocional y haciéndola temer incluso por caminar en la calle.

Hasta 2019, no había una ley específica que penalizara el acoso, por lo que Gisele presentó varias acciones legales contra el hombre. Se necesitaron cinco o seis acciones judiciales, tanto civiles como penales, para enfrentar al acosador y a las plataformas de redes sociales. En estas acciones, buscaba una indemnización por daños morales, la eliminación del contenido ofensivo de las redes y sanciones por calumnia, injuria, difamación y amenaza.

Gisele encontró dificultades para citar al acusado, ya que siempre evitaba la Justicia y nunca comparecía. Sin embargo, logró que los vídeos fueran retirados de las plataformas.

Vulnerabilidad de abogados

Para Gisele, los abogados pueden estar más expuestos a este tipo de persecución debido a su trabajo con litigios, que a menudo lleva a que la demanda se vuelva personal.

“Es común pasar por esta situación hoy en día. Cualquiera de nosotros tiene al menos un perfil en una red social”.

Como forma de prevención, Gisele dio consejos importantes: evitar compartir información rastreable, reducir los datos disponibles en las redes sociales, no indicar rutinas u horarios y evitar hacer check-in públicos.

También destacó la importancia de no publicar fotos del lugar donde se encuentra en ese momento, verificar la procedencia de contactos desconocidos y nunca responder a mensajes, llamadas o comentarios inapropiados en las redes sociales.

También destacó la importancia de separar los contactos en dos dispositivos (personal y profesional) y siempre verificar quién programa las citas. Otro punto es concientizar a las personas cercanas, especialmente a los ancianos y niños, para que no compartan demasiada información en las redes sociales.

En caso de persecución, Gisele indicó que es importante presentar una denuncia en línea en la comisaría electrónica del Estado.

Como especialista en Derecho Digital, afirmó que es posible rastrear a los autores de las persecuciones en internet y tomar medidas legales o extrajudiciales. Sin embargo, señaló que restablecer la reputación de la víctima puede llevar tiempo y ser difícil debido a la difamación y al estigma.

Acoso procesal

El acoso no se limita al ámbito social o digital, sino que también puede ocurrir dentro del propio proceso legal. En algunos casos, el proceso se utiliza como una herramienta de persecución, con abogados utilizando tácticas legales para acosar, intimidar o sobrecargar a la otra parte.

En diciembre de 2023, un abogado fue denunciado por “acoso procesal” contra una ex colega. Según la denuncia, el abogado inició múltiples acciones judiciales para causar daño emocional a la ex colega y desestimularla en la búsqueda de sus derechos.

Estadísticas

El acoso es un delito con altos índices de perseguidores masculinos, la mayoría de las veces dirigido a mujeres. La mayoría de los casos denunciados a la policía involucran a ex parejas.

Según el Anuario Brasileño de Seguridad Pública de 2023, el acoso se considera un indicador de violencia doméstica y un factor de riesgo para el feminicidio. La mayoría de las víctimas son mujeres y muchas son menores de edad.

En 2023, Brasil registró un aumento del 38.5% en los casos de acoso, con un total de 93,1 mil casos, de los cuales 79,7 mil involucraron a víctimas mujeres. Las mujeres son las más afectadas por esta práctica, con 169.000 denuncias en los últimos tres años.

El acoso, ya sea digital, físico o procesal, representa una amenaza significativa que trasciende la esfera personal y afecta la vida profesional. Aunque la reciente criminalización en Brasil es un paso importante, aún quedan desafíos importantes en la protección de las víctimas y la sanción efectiva de los perpetradores.


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