París, literatura y derecho
Santiago Llach, quien es escritor, organiza talleres literarios, responde algunas preguntas de Derecho en Zapatillas
-Cuáles son los senderos literarios más tradicionales en París. Se cruza tanto la ficción, como la no ficción, vidas de las escritoras y escritores….
París debe ser la ciudad más densa del mundo en términos de historia literaria. Escritores franceses y extranjeros canibalizaron a París y la crearon como una ciudad mítica.
Cada sendero contiene mil flores: en Le Marais podemos imaginar a un joven adicto al hachís que camina la ciudad desesperanzado. Una tarde lee las Confesiones de un opiómano inglés de De Quincey, se lanza a copiarlas y escribe Las flores del mal, en la que inaugura la idea de la gran ciudad como ruta enfermiza de las tentaciones. Es Charles Baudelaire.
Cerca de los Champs Elysées podemos imaginar el tenso viaje en taxi en el que dos hombres salen del hotel Majestic en 1922. Es la única vez que se ven. Uno está por morir y el otro acaba de publicar su gran novela. Son Marcel Proust y James Joyce, autores de las dos novelas más maravillosas y complejas del siglo XX. Por esa época podemos imaginar también a Walter Benjamin escribiendo otro gran libro inacabado, El libro de los pasajes, inspirado en los pasajes comerciales parisinos de la orilla derecha del Sena, y a Hemingway escribiendo en contra de Joyce, su vecino de Montparnasse (vivían a la vuelta), e inaugurando la gran corriente de la narrativa norteamericana del siglo XX…
En el campo de la ficción, podemos recrear las andanzas de un joven de provincias por la París de las revueltas de 1848 en La educación sentimental de Flaubert o dos viajes en coche de dos grandes estetas adictos al sexo por la avenida del Bois-de-Boulogne (hoy Foch) que marcan el comienzo y el fin de la Belle Époque en En busca del tiempo perdido de Proust.
El registro que hacen estos y otros tantos escritores construyen la experiencia de una gran ciudad como aquella en la que todo lo sólido se disuelve en el aire.
-¿Qué diferencias encontrás entre los circuitos literarios de París y Buenos Aires, una ciudad que siempre quiso parecerse a la otra?
Buenos Aires es una joven ambiciosa que intenta ocultar su falta de historia, un nuevo rico que también tuvo su Belle Époque a imitación de París. Buenos Aires se convirtió en megalópolis de manera acelerada y caótica, con planes a mitad terminados. Las huellas de los escritores están mucho menos documentadas y publicitadas que en París, hay muchos secretos por descubrir, y es lo que intentamos hacer con Catalina Lascano en nuestras caminatas porteñas. París tiene la mitad de la literatura occidental, pero Buenos Aires tiene a Borges.
-¿Por qué París pudo consolidarse como centro de producción literaria, y cómo se refleja esto? Bares, cafés, bibliotecas, librerías, cómo funciona el ecosistema
París tiene una tradición universitaria que se remonta a la Edad Media, y desde entonces es un centro animado de la tradición intelectual. A partir del siglo XIX, logró construirse como marca, digamos así, basada en toda esta tradición. En la década de 1920, los expats norteamericanos (Gertrude Stein, Fitzgerald, Hemingway) reforzaron esa imagen de París como centro de la bohemia y la producción artística, que imantaba a los intelectuales de todo el mundo. Hoy París es en buena medida un museo, una fábrica del turismo mundial, además de estar atravesada por las tensiones demográficas y geopolíticas contemporáneas. Sigue siendo un lugar de contradicciones, y eso es siempre interesante para la literatura y el arte.
-¿Hay algún tema legal? ¿Cortes, palacios de justicia, escenas literarias?
El caso Dreyfus, un affaire político pero también un proceso legal, atrapó y dividió a Francia entre 1895 y 1906. Fue una acusación de espionaje contra un oficial judío que demostró ser falsa. Ahí nace o renace, con Émile Zolá, la figura del escritor comprometido. Proust recrea muy bien los avatares del caso, sus efectos en la opinión y sus ramificaciones en En busca del tiempo perdido. En el affaire Dreyfus se juega la larga tensión entre Francia y Alemania y expresa el antisemitismo creciente de la época, algo que puede leerse a la luz de la nueva oleada de antisemitismo.
El entrevistado Santiago Llach es escritor literario. Su página web es Escuela de Escritura y viajes literarios Creador del Mundial de Escritura. Su twitter.
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