Alma y Valentino, paletas de la selección en busca de alas
Una ley sobre el fomento del deporte y una carrera que necesita apoyo institucional Alma Marcial tiene 18 años, su hermano Valentino apenas 11. Ambos representan a la Selección Argentina en un deporte que exige más que pasión: exige presencia, viajes y entrenamiento. Con un llamado abierto a patrocinadores, apelan a una figura poco conocida pero legalmente poderosa: la Ley de Patrocinio Deportivo. Aquí, cómo la ley puede ser aliada del talento joven y qué dice el Derecho sobre el apoyo privado al deporte nacional
Alma Marcial golpea con firmeza, Valentino devuelve con agilidad. Son hermanos, son jóvenes, y son parte de la elite del deporte argentino: primeras paletas de la Selección. Con entusiasmo y compromiso, entrenan a diario para participar de torneos nacionales e internacionales. Pero, como en toda carrera deportiva, el talento solo no alcanza: el costo económico de competir es alto.
Por eso, Alma lanza una carta al viento (o mejor dicho, a la ley y a la sociedad): buscan personas o empresas dispuestas a apoyar su camino. Lo que pocos saben es que hay un marco legal que puede hacer que ese apoyo sea no solo noble, sino también conveniente.
¿Qué dice la Ley del deporte?
En Argentina existe un régimen normativo que fomenta el patrocinio deportivo. Se trata del Régimen de Promoción del Deporte, establecido por la Ley N.º 26.573, y reglamentado por el Decreto 1212/2003. Este sistema permite a las empresas y particulares colaborar económicamente con deportistas y entidades deportivas a cambio de beneficios fiscales y visibilidad institucional.
En particular, el artículo 1 de la Ley 26.573 declara de interés nacional la promoción y desarrollo del deporte, lo que habilita el uso de recursos del sector privado en forma coordinada con el Estado. Por su parte, el Código Civil y Comercial de la Nación, en su artículo 957, regula la libertad contractual: las partes pueden celebrar acuerdos de patrocinio siempre que no contravengan el orden público ni la moral, lo que incluye contratos de esponsoreo deportivo.
Además, la normativa permite la deducción del patrocinio como gasto del impuesto a las ganancias, si se encuadra como “gasto de publicidad”. Las condiciones específicas dependen de la AFIP y del tipo de aporte.
¿Qué gana el patrocinador?
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Publicidad y visibilidad. Su marca asociada a deportistas de selección.
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Beneficios fiscales. Posible deducción impositiva, siempre que se formalice el contrato de esponsoreo y se encuadre legalmente como gasto deducible.
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Responsabilidad social empresarial. Asociarse a jóvenes con proyección internacional representa un fuerte impacto en la comunidad y mejora la imagen institucional.
La historia de los deportistas de tennis de mesa
Alma Marcial, de 18 años, y su hermano Luca, de tan solo 8, son dos promesas firmes del tenis de mesa argentino. Nacidos en Florencio Varela, entrenan a diario y compiten tanto a nivel local como internacional. La familia entera gira en torno a este deporte: su padre es profesor, su madre los acompaña a torneos y ambos hermanos han crecido entre paletas y pelotitas. Alma, actual número uno del equipo Sub 19, ya representa a la Selección Argentina en competencias internacionales, mientras que Luca, con solo 16 torneos en su haber, ya acumula cinco victorias y sueña en grande.
El camino de ambos no ha sido fácil. A pesar del talento, la falta de apoyo económico obliga a Alma a trabajar como profesora, estudiar en el programa FinEs y organizar rifas para financiar su participación en el Sudamericano de Colombia. Inspirada por su hermano, que vendió rifas en el tren para competir en Bolivia, lanzó una campaña propia con premios donados y ya logró vender parte de los 500 números necesarios para reunir los 2.000 dólares que requiere el viaje. Aun así, la joven no pierde el foco: “Representar a Argentina es un honor, aunque a veces se siente más como un peso porque tenemos que buscar el dinero nosotros mismos”.
Ambos hermanos entrenan en la Asociación Yabrudense y en el CENARD. Mientras Alma afina su técnica para los torneos internacionales —como el Sudamericano de Lima o el Panamericano de Rosario—, Luca disfruta de cada partido: “A veces gano, otras pierdo, pero me divierto siempre”. Tiene como ídolos a Gastón Alto y Horacio Cifuentes, y asegura que Argentina tiene nivel, aunque todavía está detrás de las potencias regionales. Alma coincide: “Faltan más torneos en el país; eso marca la diferencia. Pero con cada competencia sumamos experiencia y nos acercamos más a los mejores”.
El presente de los Marcial es prometedor, pero exige sacrificios diarios: largos viajes, entrenamientos dobles, responsabilidades académicas y económicas. Sin embargo, cada paso que dan los acerca más a su objetivo común: llevar el tenis de mesa argentino a lo más alto. Alma lo resume con claridad: “Mi sueño máximo es jugar en los Juegos Olímpicos. Todo este esfuerzo tiene sentido si me acerca a ese momento”. Y Luca, con la frescura de sus ocho años, ya se imagina entre los mejores, siguiendo el ejemplo de su hermana.
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