Lo que debés saber sobre el alcohol y el riesgo al cáncer
Expertos analizan los riesgos del consumo moderado de alcohol y cómo las personas deberían evaluarlos.
A principios de este año, el director general de Servicios de Salud de Estados Unidos publicó un informe que encendió las alarmas. Antes de finalizar su mandato en enero, Vivek Murthy advirtió que el consumo de alcohol aumenta el riesgo de desarrollar al menos siete tipos de cáncer y propuso que las bebidas alcohólicas lleven etiquetas de advertencia, similares a las de los paquetes de cigarrillos. Su informe generó una ola de titulares sobre un peligro que muchos desconocen.
El vínculo entre el alcohol y el cáncer no es una novedad. Hace más de 35 años que los científicos catalogaron al alcohol como un carcinógeno y, desde entonces, las evidencias no han hecho más que reforzar esa conclusión. “No creo que la relación entre el alcohol y ciertos tipos de cáncer sea particularmente controvertida”, afirma Tim Naimi, epidemólogo especializado en alcohol de la Universidad de Victoria, en Canadá.
Lo que sí genera debate es cuál es el nivel de consumo a partir del cual el riesgo de cáncer empieza a aumentar y cómo se compara con otros efectos del alcohol, como la discusión sobre sus posibles beneficios para la salud cardiovascular en dosis moderadas. “Beber en exceso es, sin dudas, perjudicial”, sostiene Emmanuela Gakidou, investigadora del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud en Seattle, Estados Unidos. “El debate está en el consumo bajo o moderado”.
Toda esta información puede resultar confusa. ¿Cuál es la cantidad exacta de alcohol considerada moderada? ¿Y cómo se debe equilibrar el placer de beber con los riesgos que implica? “A mucha gente le gusta tomar alcohol y no quiere escuchar que algo que disfruta es malo para su salud”, reconoce Gakidou.
Una relación comprobada
Desde hace décadas, la ciencia ha acumulado pruebas contundentes sobre la relación entre el alcohol y el cáncer. Dado que los ensayos clínicos aleatorizados son inviables en estos casos, los investigadores han recurrido a estudios observacionales de gran escala. Varios estudios de cohorte, que han seguido a decenas de miles de personas a lo largo del tiempo, revelaron que el consumo de alcohol está vinculado a una mayor incidencia de ciertos tipos de cáncer.
Un metaanálisis de 2015, que recopiló datos de cientos de investigaciones y más de 485.000 casos de cáncer, confirmó que el riesgo aumenta a medida que lo hace el consumo de alcohol. Sin embargo, estos estudios presentan limitaciones: los bebedores empedernidos también suelen ser fumadores, y quienes consumen poco alcohol tienden a tener hábitos de vida más saludables. Además, las personas suelen subestimar la cantidad de alcohol que consumen.
Estudios en animales y experimentos de laboratorio también demostraron cómo el alcohol puede causar cáncer. El mecanismo más comprobado es la transformación del etanol en acetaldehído, una sustancia tóxica que daña el ADN.
Dos síntesis de evidencia son clave en esta discusión. La primera es de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), que en 1988 clasificó al alcohol como carcinógeno para los seres humanos y reafirmó su postura en 2007. La segunda proviene del Programa Global de Actualización sobre el Cáncer, que en su informe de 2018 concluyó que existen pruebas sólidas sobre el rol del alcohol en el desarrollo de varios tipos de cáncer.
A partir de estas evidencias, los científicos coinciden en que el alcohol aumenta el riesgo de al menos siete tipos de cáncer: boca, faringe, laringe, esófago, mama (en mujeres), colon y recto, e hígado. Se sospecha que en el futuro podrían sumarse otros tipos a esta lista.
Riesgos en números
El informe del director general de Salud de EE.UU. utilizó un estudio liderado por el epidemólogo Peter Sarich para calcular los riesgos absolutos de desarrollar estos siete tipos de cáncer. Se descubrió que 17 de cada 100 mujeres que no consumían alcohol o bebían menos de una bebida estándar estadounidense por semana (14 g de etanol) desarrollarían cáncer a lo largo de su vida. En aquellas que bebían dos tragos diarios (28 g de etanol), la cifra ascendía a 22 de cada 100.
Para los hombres, el riesgo aumentó del 10 % al 13 % con un consumo de dos bebidas diarias. La diferencia de género se debe a que el cáncer de mama representa una gran proporción de los casos vinculados al alcohol en mujeres, pero no en hombres.
El dilema se profundiza cuando se analizan las cantidades. ¿Es posible determinar un umbral seguro? Estudios recientes sugieren que el riesgo de cáncer de mama aumenta incluso con la ingesta de media bebida diaria (5 g de etanol). Para otros tipos de cáncer, como el colorrectal, el peligro se vuelve significativo a partir de los 30 g diarios de etanol (dos bebidas en EE.UU.) y para el cáncer de hígado, a partir de los 45 g diarios (tres bebidas estándar).
Alcohol y tabaco: comparaciones inevitables
En 2019, un estudio liderado por el hepatólogo Nick Sheron comparó los riesgos del alcohol con los del tabaco. Descubrieron que beber una botella de vino por semana equivale, en términos de riesgo de cáncer, a fumar cinco cigarrillos semanales en hombres y diez en mujeres. Consumir tres botellas semanales se traduce en un impacto similar al de fumar ocho cigarrillos en hombres y 23 en mujeres.
Los hallazgos refuerzan la preocupación sobre los riesgos del alcohol y abren el debate sobre medidas de prevención. ¿Será el próximo paso la implementación de etiquetas de advertencia en botellas de vino y cerveza? La discusión está sobre la mesa.
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