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Barrendera descree de la policía y descubre un asesinato

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En Sevilla hay un parque público que se presta para el ronroneo de parajeas. Allí, hace poco una mujer fue encontrada muerta. En un principio y por los indicios iniciales, la policía y la fiscalía lo tacharon de suicido y se le ordenó a la barrendera recoger la basura del entorno. Sin embargo, esta sospechó de un homicidio y recogió las pruebas con tal minuciosidad que permitió detener al presunto asesino.

Le gusta que la llamen “Carmen la del pincho” porque hace 28 años que usa un palo para recoger la basura del Parque de María Luisa, en Sevilla, España. Cuando encontró a la joven mujer Carmen usó una bolsa de plástico como guante para recoger ocho pañuelos de papel y los carefree con sangre que había detrás del banco de plaza donde yacía el cuerpo.

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foto. EFE

Cada resto recogido fue depositado en una bolsa de plástico distinta “para no contaminar las pruebas”, según reportó ABC, y esa bolsa “con un nudo” la metió en otra mayor que es la que emplea habitualmente en su trabajo. Carmen guardó todos en un contenedor.

Inicialmente, la policía y la fiscalía no le habrían dado la importancia del caso porque se encontró una supuesta nota de suicidio, así que solo se llevaron el cuerpo y a otra cosa. Sin embargo, días más tarde, la autopsia pudo determinar que la mujer no murió por los fármacos que ingirió, la dosis no era mortal, sino por una violación. Asi que ahí sí la Policía Científica pidió recuperar todos los restos hallados junto al cadáver para analizarlos.

Entonces recibió una llamada de su capataz y ella le dijo adónde había guardado los restos que retiró y por lo que en principio ella pensó en esa posibilidad como causa de la muerte. Carmen declaró:

“Como soy muy aficionada al CSI, puse los restos en una bolsa aparte para no contaminar las pruebas, y me llamó la atención que la Policía no las recogiera antes, porque también había restos de sangre por el banco”.

CSI es una serie norteamericana de científicos forenses que se emite en TV desde el año 2000.  Su actuación, finalmente, ha sido clave para poder detener, trece días después de localizar al cadáver a un hombre de 46 años acusado por la policía de homicidio y abusos sexuales.

Fuentes judiciales han destacado su minuciosidad porque en esos pañuelos con sangre se encontraron las únicas pruebas que vinculan al detenido con el homicidio, lo que le ha valido incluso la felicitación de la fiscal encargada del caso.

Si Carmen hubiese hecho lo ordenado y hubiere puesto la evidencia junto al resto de la basura, habría sido muy difícil establecer esa conexión, primero por la dificultad para encontrarlos y después por la posible contaminación.

En los pañuelos, tras los análisis científicos, se encontraron restos de la piel del acusado, que pudo ser localizado porque su ADN coincidió con las muestras que la policía había obtenido cuando fue denunciado por malos tratos por su actual pareja, denuncia que luego reiteró.

La víctima tenía 31 años y se llamaba Sara, el mismo nombre y casi la misma edad que una hija de la limpiadora, que está acostumbrada a ver numerosas relaciones homosexuales y de prostitución en el parque, hasta el punto de que algunos de los habituales de la zona le dijeron que el detenido es “un mirón de tarde”, distinto a los que pululan durante su jornada laboral matinal.

“Estoy orgullosa de lo que hice”, dijo Carmen en el lugar en el que se encontró a la víctima, la glorieta Juanita Reina. Días después de la muerte de la joven se la homenajeó junto a su marido, que considera “muy bonito” su trabajo. Allí se plantaron tres plantas de “justicia”, con flores blancas.

 

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