Por producir daño cerebral, la justicia estadounidense saca de circulación a uno de los insecticidas más usado en el agro argentino. Un fallo del tribunal de apelaciones de S.Francisco fijó a la agencia de protección ambiental un plazo de 60 días para retirar del mercado las formulaciones de clorpirifos en uso agrícola. Ya lo habían retirado hace años de uso doméstico. En Argentina es uno de los productos más usados.
EE. UU. retira de la venta popular pesticida en Argentina
Provoca daño neurológico, sobre todo en niños, según estudios que se remontan al año 2012 (fuente). Motiva desde la pérdida de inteligencia hasta trastornos de conducta. La confirmación de tamaña capacidad para generar daño derivó en una resolución de la justicia estadounidense que, divulgada en las últimas horas, establece la prohibición de venta del insecticida clorpirifos en todo el territorio norteamericano.
Ahora el tribunal de apelaciones de San Francisco, impone a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, su sigla en inglés) un plazo de 60 días para retirar del mercado todas las formulaciones a base del pesticida, incluso en uso agrícola:
there was “no justification for the E.P.A.’s decision in its 2017 order to maintain a tolerance for chlorpyrifos in the face of scientific evidence that its residue on food causes neurodevelopmental damage to children” // no hay justificación para la decisión de la EPA que en 2017 mantuvo la tolerancia al cloripirifós cuando hay base científica de que su residuo en alimentos causa daños neuronales a los niños.
El producto en cuestión, un organofosforado que irrumpió en la escena agrícola durante los años 60, y hoy es pulverizado en casi 100 países sobre medio centenar de cultivos diferentes, originó condenas legales en años anteriores.
Por citar un caso, Dow, desarrolladora del clorpirifos, fue multada en 1995 y 2003 por ocultar casi 250 casos de intoxicación con ese agroquímico sólo en los Estados Unidos y continuar publicitando al insecticida como producto “seguro”. En la sumatoria de ambas sanciones, Dow culminó desembolsando a modo de pena más de US$ 2,7 millones. Pero DOW sigue manteniendo que el pesticida no causa estos daños:
Ya en 2011, un estudio concretado por la universidad norteamericana de Columbia vinculaba al insecticida con numerosos casos de niños afectados con retrasos mentales y físicos en zonas cercanas a Nueva York. El fallo actual terminó por dar pié a este argumento. Pero la Agecia de Protección Ambiental como el fabricante DOW están evaluando medidas y en su caso apelar a la corte federal, porque hubo incluso un voto en disidencia.
La demostración de la tragedia sanitaria que origina el uso de clorpirifos, tal como acaba de comprobarse en Estados Unidos, adopta un tono más dramático en cuanto se devuelve la vista hacia la Argentina. En concreto, se trata del insecticida más utilizado en la producción agrícola en general.
Residuos de clorpirifos han sido constatados en sendas experiencias científicas llevadas a cabo por especialistas del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIM), dependiente de la Universidad de La Plata, y el CONICET. Desde muestras de agua recabadas en cuencas de la talla del río Paraná hasta producciones de frutas y verduras monitoreadas por el SENASA, el agrotóxico ostenta una presencia que no conoce límites. Incluso el abogado ambientalista Enrique Viale mostró su examen médico que detectó presencia de clorpirifos en su sangre.
A tono con esto, su comercialización se encuentra tan liberada que resulta muy sencillo adquirir formulaciones de clorpirifos a través de portales de comercio electrónico como Mercado Libre. Lo decidido ahora por la Justicia de los Estados Unidos, previa constatación médica y científica, ¿tendrá algún efecto sobre las regulaciones para el uso de sustancias peligrosas en la producción de alimentos?
Los antecedentes invitan a suponer que no habrá cambios a favor de la salud pública. El dictamen de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el herbicida glifosato y su relación con el cáncer fue descartado de plano por las autoridades nacionales.
Lo mismo cuenta para la atrazina –prohibida en Europa desde comienzos de 2000–, el insecticida carbaril — de uso vetado en Gran Bretaña, Alemania, Suecia, Dinamarca y Austria, entre otros países, por generar cáncer— , el fungicida iprodione — de aplicación prohibida sobre frutas en Estados Unidos desde 1996— o el insecticida novaluron, sacado de circulación en casi toda Europa en 2011.
La decisión judicial de los Estados Unidos obliga pensar en el rol de las autoridades argentinas, la existencia o no de reacción, ante la impostergable necesidad de garantizar la seguridad sanitaria de la población y el principio precautorio en materia ambiental.
El daño cerebral que causa uno de los pesticidas más usados en Argentina
Por Sergio Mohadeb
El pesticida pertenece a una clase de productos químicos desarrollados como gas nervioso en la Alemania nazi, y ahora se encuentra en los alimentos, el aire y el agua potable; los estudios en humanos y en animales muestran que daña el cerebro y reduce la capacidad intelectual, se lo relaciona con el cáncer y el Parkinson en adultos, escribió Nicholas Kristof en el NY Times.
Las partes de color de la imagen de arriba, preparadas por científicos de la Universidad de Columbia, indican dónde se altera físicamente el cerebro de un niño después de la exposición a este pesticida:
Un estudio de 2012 encontró que está presente en la sangre del cordón umbilical del 87% de los recién nacidos examinados muchos años, dice ese diario. Otro del 2011 da cuenta del daño neuronal. Ahora la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos prohibió el pesticida que fabrica la Dow Chemical para la mayoría de los usos en interiores, por lo que ya no se encuentra en el Raid que rocías a las cucarachas (es muy efectivo, por eso es muy usado.
Por su lado, DOW sigue manteniendo que este pesticida no causa defectos de nacimiento ni desórdenes en niños:
Does chlorpyrifos cause birth defects, ADHD, or developmental disorders in children?
The weight of the evidence of years – in some cases, decades – of scientific study continues to demonstrate that there is no link between chlorpyrifos and any of these health concerns. Human Health questions are discussed in more detail in the Health Questions section of this site.
Lo cierto es que al menos, a la luz del principio legal precautorio en materia ambiental, se impone una revisión completa de los efectos de este pesticida tan ampliamente usado en Argentina. ¿Efectuará SENASA una revisión y pedirá estudios?
Actualmente, este insecticida está en la “LISTA DE PRINCIPIOS ACTIVOS DE USO RESTRINGIDO EN INSECTICIDAS”: “CLORPIRIFOS solo para porta-cebos con cierre a prueba de niños” (fuente) pero sí se usa en el agro. Por ejemplo, para la frutilla, la tabla de la resolución SENASA vigente indica la Dosis hl Dosis ha Concentración (%) LMr y PC. ¿Quién controla si un productor no le echa más? #Miterio
Este pesticida ahora prohibido en los EE.UU. está autorizado en al menos una variedad de vegetales y frutas en Argentina, a saber: coliflor, frutilla y brócoli. Para el resto de los cultuvos no estaría permitido, según esta resolución.
Pero se usa en soja (Uno de los insecticidas más utilizados en el cultivo de soja es el clorpirifos, sin embargo, los trabajos que estudian su degradación o persistencia son escasos en nuestro país dice el INTA) Y para los cítricos, un sitio de agro recomienda usarlo: “Preferentemente durante los meses de verano al producirse el nacimiento de las ninfas. Agregado de tensioactivos favorece la acción terapéutica.”
Así, en los valles de producción de frutales del Río Neuquén fue considerable la detección de azinfosmetil en el 65% (rango: nd-22,48 µgL-1), carbaril en el 40% (rango: nd-45,7 µgL-1) y clorpirifos en el 26% (rango: nd-1,16 µgL-1) de las muestras. (fuente)
Ya en 2012, se daba cuenta de que el Clorpirifos (fosforado) sigue siendo el insecticida
de mayor venta con alrededor de 61 millones US$, con 339 formulados (8,5%) registrados en la lista de plaguicidas agrícolas (SENASA, abril 2013). Y según la tabla es cancerígeno:
(fuente).
La pregunta es. ¿Se controlan las dosis máximas? ¿Cómo? Además de las buenas prácticas para aplicarlo, mascarilla, traje y demás, y recaudos para no afectar el ambiente (es muy tóxico para las abejas y anfibios), ¿Se evaluarán otras medidas y se pedirán estudios científicos?