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El límite legal de los disfraces

Un niño se disfrazó de inspector y recaudador tributario, lo que aterrorizó a varios comerciantes

En Twitter se viralizaron muchos disfraces originales, entre ellos un niño con traje de inspector fiscal. Con -actualmente- 113,3 me gusta y casi 9 retweets, el vestuario de Ciro, un infante cordobés, llamó la atención de muchos usuarios, generando mayormente risas por su cartel que lee «Dulce o multa». Ahora, ¿hasta qué punto puede un disfraz rozar  lo legal?

Se puede decir que deja de ser un disfraz en cuanto interfiere la ley. De acuerdo al art. 246 del Código Penal argentino, la usurpación de autoridad, títulos u honores sucede cuando:

  1. El que asumiere o ejerciere funciones públicas, sin título o nombramiento expedido por autoridad competente;

  2. El que después de haber cesado por ministerio de la ley en el desempeño de un cargo público o después de haber recibido de la autoridad competente comunicación oficial de la resolución que ordenó la cesantía o suspensión de sus funciones, continuare ejerciéndolas;

  3. El funcionario público que ejerciere funciones correspondientes a otro cargo.

En cuanto al cartel, puede ser considerado como delito de extorsión, de acuerdo al art. 168 del Código Penal:

Será reprimido con reclusión o prisión de cinco a diez años, el que con intimidación o simulando autoridad pública o falsa orden de la misma, obligue a otro a entregar, enviar, depositar o poner a su disposición o a la de un tercero, cosas, dinero o documentos que produzcan efectos jurídicos.

La historia de Ciro, con tres años, lógicamente se debe a la elección de sus padres, puesto que él no pedía ningún disfraz en particular. “Algo de idea tiene sobre lo que es Halloween, ve una calabaza y sabe que sirve para pedir ‘dulces’, así lo llama él que apenas pronuncia algunas palabras. Pero de lo que no se da cuenta todavía es de que hay una fecha en especial para salir a pedir ‘dulces’ ni tampoco sabe o entiende que hay que salir disfrazado”, contó Camila, madre de Ciro.

Su tío quiso darle una vuelta bien «argenta», según Camila: “fue a la madrugada, de la nada se despertó y pensó ‘hay que hacer un disfraz de Inspector de Afip’, a que acá en Argentina, los niños más que pedir caramelos en las casas, van a los negocios, y que peor para los comerciantes que un inspector de Afip”. De igual manera, como se trata de un niño y de una broma, no es imputable.

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