La inteligencia artificial y el dilema educativo en la computación: ¿estamos formando ingenieros o replicadores de código?
El uso de inteligencia artificial en la educación plantea un dilema: ¿formamos ingenieros con pensamiento crítico o simples replicadores de código?
El uso de inteligencia artificial en la educación sigue generando controversia, y las universidades tecnológicas no son la excepción. En la Universidad de Berkeley, un profesor de bases de datos notó un fenómeno curioso: sus alumnos parecían extremadamente brillantes, pero pocos asistían a sus horas de consulta o participaban activamente en los foros del curso. Sin embargo, al momento del examen, se registró el promedio más bajo de los últimos diez semestres.
La razón detrás de esto podría estar vinculada al uso masivo de herramientas como ChatGPT para completar tareas de programación. Si bien la inteligencia artificial puede ser un gran asistente, su empleo como sustituto del proceso de aprendizaje genera preocupaciones sobre la formación real de los estudiantes.
Un problema de fondo
Aprender a depurar código es una habilidad esencial para cualquier ingeniero en sistemas. Sin embargo, si los estudiantes dependen en exceso de la IA para resolver problemas sin comprender el proceso, corren el riesgo de no desarrollar las habilidades fundamentales para enfrentar desafíos en entornos de producción real.
En escenarios profesionales, muchas veces los errores no tienen soluciones triviales. No se trata solo de obtener respuestas correctas, sino de comprender los mecanismos para encontrarlas. En producción, los sistemas son complejos, los errores pueden ser caóticos y la solución requiere pensamiento crítico. Un modelo de lenguaje no siempre puede reemplazar la experiencia adquirida con prueba y error.
¿Menos guías y más pensamiento crítico?
Ante este panorama, algunos docentes consideran que las universidades deberán replantear la manera en que diseñan sus cursos. Quizá el futuro implique menos “andamiaje” y más diseño de proyectos que requieran pensamiento analítico. De este modo, se dificultaría que una IA pueda resolver la totalidad de la tarea sin la participación activa del estudiante.
Por otro lado, la teoría podría ganar un papel más relevante en la evaluación de competencias. Si bien el sector tecnológico se caracteriza por su dinamismo, los fundamentos de la informática siguen siendo esenciales. Quienes se limitan a copiar y pegar código generado por una IA sin comprenderlo, podrían enfrentarse a una dura realidad: si una máquina hace lo mismo que ellos, ¿para qué contratarlos?
La inteligencia artificial y la educación: ¿herramienta o atajo?
El debate sobre la incorporación de la IA en la educación no es una mera repetición del clásico “en mi época programábamos con tarjetas perforadas”. El problema aquí es que los estudiantes no solo están tercerizando el trabajo, sino también partes esenciales del pensamiento.
La universidad no está diseñada solo para enseñar lo último en tendencias tecnológicas. Su función principal es formar profesionales con la capacidad de aprender, analizar y resolver problemas complejos. Si la inteligencia artificial reemplaza este proceso, la próxima generación de ingenieros podría carecer de las habilidades necesarias para destacarse en un mundo donde la creatividad y el razonamiento crítico siguen siendo insustituibles.
Fuente: Lakshya Jain. Hilo de twitter
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